lunes, 12 de septiembre de 2011

Delantero argentino de Centro Español dice que Dios salvó su vida

No es mescla de religión y futbol, es realidad, agradecimiento y salvación que hoy hay en la vida de Daniel Sosa, delantero de Centro Español, quien salió hace meses de un centro de rehabilitación, donde no solo pudo dejar su adicción a las drogas sino a la esclavitud del pecado.
“Fumaba marihuana todo el día, consumía cocaína y sin pensarlo terminé en el paco (llamada también pasta básica de cocaína, bazuco, pasta base, PBC u Oxi, diminutivo de oxidado)”.


“Muchas veces me iba de casa y no volvía por tres días. Me la pasaba sin dormir y así fue que delinquí un par de veces. Y todo para tener plata y poder consumir en los pasillos de la villa. Fue lo peor que viví, fue algo terrible. En ese entonces, mi señora estaba embarazada, yo llegaba a casa y estaba tan mal que no la reconocía. Agarraba y me iba por ahí con dos pibes. Hoy uno está muerto y el otro, preso. Yo por suerte estoy acá, sano, y en gran parte porque un día no pude más y tuve la lucidez necesaria para pedirle ayuda a mi familia”.
Hoy la historia de Daniel Sosa es otra, este delantero de Centro Español, de la Primera D, hace ocho meses recibió el alta y hoy, puede disfrutar de la vida en Villa Caraza, junto a su esposa, Yésica, y su pequeña hija Agostina.
“Me internaron, estuve un año y siete meses en el Centro Evangelista Vencedores de Cristo de González Catán y ahí me salvaron. Dios me salvó”, expresa Daniel Sosa al diario deportivo argentino Olé.
Sosa tiene 24 años y según él estuvo “varios días sin amanecer, y todo por el efecto de las drogas. No me olvido más la cara de mi señora cuando me veía llegar. Lloraba, sufría mucho, pero nunca me abandonó. Siempre me esperó y me ayudó a salir de eso”.
“Yo estaba muy mal, se me pasaban muchas cosas por la cabeza. Un montón de veces pensé en quitarme la vida. Una vez casi caigo en una sobredosis, y hasta llegué a pensar en suicidarme con pastillas o ahorcarme… Es terrible pensar eso, estar tan cerca de la muerte. Pero Dios me dio una nueva oportunidad para disfrutar de la vida. Y en el fútbol, encontré esa chance de hacer lo que me gustaba, de cumplir mis sueños”.
“Gracias a Dios pude entender que debía cambiar de vida porque así no iba más. A través de la Biblia supe que tenía que arrancar de nuevo para tener éxito, y así lo hice. Yo quería jugar al fútbol y ahora lo logré. Igual, la gloria siempre será para Dios que me pudo sacar de eso. Ya hace más de dos años que no tomo ni consumo drogas.
“Soy uno de los líderes en el centro, y lo único que quiero es dar el mismo mensaje de esperanza que me dieron a mí cuando estaba tan mal. Porque allí me abrieron la puerta en el momento más difícil de mi vida. Ahora lo que pido todos los días es que Dios no me suelte nunca la mano”, finalizó Daniel Sosa.

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