1 Tim. 2:9-10
Introducción.
“Asimismo”: en cuanto a los varones, que oren en todo lugar, sin ira ni contiendas; en cuanto a las mujeres, que se atavíen de ropa decorosa, teniendo el mismo espíritu de santidad que se requiere de los hombres.
I. Que se atavíen.
A. KOSMEO, 1 Tim. 2:5; 1 Ped. 3:5; Apoc. 21:2, Adornar. “Principalmente arreglar, poner en orden (en castellano, cosmético), se usa de amueblar una habitación, Mt 12:44; Lc 11:25, y de arreglar, o disponer, las lámparas, Mt 25:7. De ahí, adornar, ornamentar” (WEV). Desde luego, adornar quiere decir “hacer atractivo” o “hacer bonito”. Pablo no está diciendo que las mujeres no deben ser atractivas, sino que deben ser atractivas según Dios y no según el mundo.
1. “KOSMEIN proviene de KOSMOS (disposición, arreglo, ornato, orden, mundo). Véanse Luc. 21:5; Tito 2:10” (ATR). Tito 2:10, “no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador”.
2. “El buen orden es de Dios (Gén. 1:31, el “cosmos” – del griego, ‘orden’ – es de Dios; 1 Cor. 14:40). En 1 Tim. 3:2 aparece el mismo adjetivo KOSMIOS (decoroso), con referencia al obispo” (BHR).
B. 1 Ped. 3:3, “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. 5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos”.
C. Apoc. 21:2, “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido”.
D. La mujer debe “vestir” su hombre interior primero; entonces no tendrá problemas con el atavío del hombre exterior.
1. Efes. 4:24, “y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. Véase también Col. 3:10, 12, 14. Pablo bien describe la ropa (el uniforme) del cristiano que se debe llevar todo el tiempo. Este es el vestido que llevar en casa, y cuando salga de viaje. Es el vestido que llevar en vacaciones. Es el vestido apropiado para tiempos alegres y para tiempos difíciles. Es el vestido que debe llevar todos los días y de todas las noches. Si al morir todavía lleva este vestido, no importará cuantas flores se lleven al sepelio ni cuantos elogios se pronuncien.
2. El atavío externo debe corresponder perfectamente al atavío del hombre interior.
II. Ropa decorosa.
A. KOSMIOS, bien dispuesto, apropiado, decoroso.
B. No extravagante. No conspicua. No ostentosa. No una exhibición.
C. No provocativa.
D. No masculina.
E. ¡Una advertencia! Aun el vestido feo y monótono puede ser ropa indecorosa. En primer lugar puede mostrar el descuido, pero también hay personas que fingen la humildad. En lugar de ser humildes son orgullosas, pues hacen exhibición de su humildad.
IV. Con pudor.
A. “AIDOUS, vieja palabra para denotar vergüenza, reverencia, en el N. T. sólo aquí y en He. 12:28” (ATR). Que la mujer siempre tenga sentido de vergüenza honorable, aun en su propia casa, delante de sus hijos y otros familiares. Que tenga “temor de traspasar los límites de la decencia; por eso, reserva propia” (GH). Que no lleve ropa provocativa, tratando de exhibirse.
B. Esta palabra se refiere al sentido de vergüenza que no permite que la mujer lleve ropa deshonesta.
V. Modestia, ver. 9, 15.
A. SOPHROSUNES, “palabra compuesta de seguro y mente. Indica el tener control de las pasiones y deseos, la sanidad, el ser de buen juicio. Por eso algunas versiones se expresan así: (con) ‘buen juicio’, o ‘sobriedad’. La misma palabra griega aparece en Hech. 26:25 (cordura)” (BHR).
B. Si la mujer “tiene sentido de vergüenza, y emplea la prudencia o buen juicio, se va a arreglar, o adornar, de tal manera que no haga en otros una impresión aturdida o pasmada, que no excite en el hombre pensamientos inmoderados, que no provoque en las demás mujeres la envidia, y que no refleje en ninguna manera en contra de su buen carácter como cristiana. Usando de sobriedad, o discreción, ella no se va a ataviar de manera vana, frívola, o ridícula” (BHR).
C. Mujeres modernas visten toda clase de ropa deshonesta: shorts, traje de baño, minifalda, ropa transparente, ropa muy ajustada al cuerpo (faldas, jeans y otros pantalones), vestidos (o blusas) que no cubren los pechos, faldas partidas para descubrir las piernas, etc. Tales mujeres simplemente no son espirituales sino mundanas. Buscan los deseos del mundo (1 Jn. 2:15-16). Hay muchas mujeres, y aun hermanas, que no tienen nada en común con las rameras excepto que les gusta el “atavío de ramera” (Prov. 7:10).
VI. No con peinado ostentoso (no con trenzas, LBLA, margen), ni oro, ni perlas (¿cuánto valía una perla? Mat. 13:46),ni vestidos costosos. Compárese Apoc. 17:4, la gran ramera.
1. Pablo no habla de la trenza común, sino del “peinado ostentoso”.
2. “Pablo ha sido criticado severamente por estas palabras, como si no quisiera que los miembros del bello sexo tengan la mejor de las apariencias. Se ha señalado: ‘¡Pensar que aun se opone a las trencillas! ¿Qué tienen de malo?’ Sin embargo, esas críticas son injustas totalmente. La misma combinación de la palabra ‘trencillas’, con ‘oro o perlas o vestidos costosos’ debiera bastar para informar al lector que el apóstol está pensando en el pecado de la extravagancia en el adorno exterior … ¿Qué de estas trencillas que eran populares en el mundo del tiempo de Pablo? No se fijaban en gastos para hacerlas deslumbrantes. Realmente resplandecían. Las trenzas se sostenían con peines de carey enjoyados, o por medio de broches de marfil o plata. O eran alfileres de bronce con sus cabezas enjoyadas, mientras más variados y caros, mejor. Las cabezas de los alfileres con frecuencia eran imágenes en miniatura (un animal, una mano humana, un ídolo, la figura femenina, etc.)” (GH).
B. ¿Qué estará pensando la mujer que arregla el cabello de esa manera y lleva vestidos costosos y ostentosos, con joyería que brilla en la luz y llama la atención de todos? ¿Estará pensando en el Señor? ¿en los himnos? ¿en el sacrificio de Cristo? ¿en los otros actos de culto? Más bien, probablemente estará pensando, ¡Mírenme! ¡Cuán bella soy! ¿No soy yo la mujer más atractiva en la iglesia?
C. Es obvio que lo que se condena en estos textos es la vanidad y soberbia que se muestran en la extravagancia del adorno exterior. Mujeres mundanas gastan mucho dinero en ropa, zapatos, perfumes y ornamentos de toda clase. Gastan mucho dinero y tiempo en el salón de belleza, pero mujeres cristianas saben que el verdadero adorno es el del hombre interior.
D. Por eso, Pablo y Pedro describen el adorno verdadero, el del hombre interior.
E. Otro pensamiento importante: esta exhortación no se limita al problema de la provocación sexual, porque las mujeres de edad avanzada son tentadas a poner demasiado énfasis al atavío externo.
VII. Sino con buenas obras, 6:18; Tito 2:11-14; 3:1,8.
A. ¿Qué tienen que ver buenas obras con el atavío descrito en el ver. 9?
1. Las buenas obras son los ornamentos del cristiano. Para usar otra figura, son el “fruto” que lleva como árbol bueno.
2. Véase Tito 2:10, al obedecer a sus amos los siervos adornan la doctrina.
3. Véase 1 Ped. 3:3, 4, el atavío interno es el espíritu afable y apacible.
B. “Como corresponde a mujeres que profesan piedad”. El término profesar tiene el sentido básico de transmitir un mensaje en voz alta, claramente.
1. Para mujeres mundanas esta enseñanza es absurda.
2. Pero para cristianas es enseñanza muy apropiada.
3. Prov. 11:22, “Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo Es la mujer hermosa y apartada de razón”. Como un anillo de oro no es apropiado para “el hocico de un cerdo”, tampoco es apropiada para la mujer cristiana la ropa extravagante y deshonesta.
C. 1 Tim. 5:10-14; Tito 2:3-5, esta es la “buena obra” más importante que la mujer puede hacer. “Pero las hermanas deben hacer ‘obras de la iglesia’”. El criar hijos sí es “obra de la iglesia”. ¿Qué habría pasado con Timoteo si desde su niñez su abuela y su madre no le hubieran enseñado las Escrituras?
VIII. Toda mujer quiere ser atractiva.
A. No hay virtud en llevar ropa fea. No hay virtud en el descuido. La mujer virtuosa no andará despeinada, con ropa desaseada.